2006/06/19

Contaminación lumínica


Este es un tema al que somos especialmente sensibles los que tenemos algo que ver con la Astronomía. Es un hecho que con la mala (por desaprovechada) iluminación urbana ha aumentado el brillo del cielo nocturno y eso supone que ya, desde las ciudades, sea imposible disfrutar de la belleza que tiene un cielo negro, negro, salpicado de estrellas y otros secretos a descubrir por cualquier telescopio pequeño o unos simples prismáticos. Pasa desapercibido por ser un cambio gradual y por nuestra tendencia a mirar más para abajo que para arriba. Sin embargo, la importancia de perder ese privilegio es comparable a lo que supone perder un paraje natural por una mala gestión inmobiliaria. Pérdida de un legado natural, de manera casi irreversible, muchas veces ignorado y olvidado por nuestra corta memoria (irónico que diga yo eso) . Y no sólo eso, peor. El ejemplo inmobiliario no es comparable porque existe un posible beneficio económico, quizás social para el municipio en cuestión. Discutible al menos. En el caso de la contaminación lumínica no hay ningún beneficiado. Para muestra la noticia que presentaba hoy El País: Más de 130 millones tirados al cielo. ¿Por qué? Porque la iluminación que se utiliza en las ciudades no es la adecuada y al utilizar farolas que alumbran tanto para abajo como para arriba estamos perdiendo la electricidad que podríamos ahorrar si sólo ilumináramos lo que necesitamos. Que se pierde luz que se escapa hacia el espacio es evidente para cualquiera que haya sobrevolado una ciudad de noche. Como curiosidad os animo a que la próxima vez que lo hagáis, os fijéis en los diferentes tipos de iluminación que se ven desde el avión. Las clásicas esferas se verán como puntos brillantes desparramando luz en todas las direcciones. Nada nuevo. Más interesante resulta fijarse en aquellas calles que se ven iluminadas, pero de las que no es posible distinguir los focos de luz más que por el patrón de la luz reflejada en el suelo. Esas son farolas propiamente apantalladas. Y es a lo que deberíamos tender en un futuro. Para los más terrenales y prácticos por el mero hecho de ahorrar en energía; para los que miramos para arriba y nos emocionamos con estas cosas, por dejarles, a nuestros hijos y nietos, cielos poblados de estrellas que invitan más a la imaginación, que un triste resplandor ocre de bombillas de sodio.

Creo que ya he expuesto lo suficiente el tema como para no insistir más, ni ir a más detalles, que podéis encontrar en otros lugares (1, 2). Como sé que este blog lo leerá algún arquitecto, espero que tengan a bien considerar todo esto en su trabajo.

Buenas noches y clear skies para todos.

Etiquetas:

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¿Has visto el episodio de los Simpsons en el que Lisa lucha contra la "contaminación lumínica"? Ahí están compendiados los pros y los contras de la idea.

1:15 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Y de todas maneras, la palabra "contaminación" es muy tramposa. Y el original inglés, "pollution", mucho más, pues tiene incluso connotaciones sexuales que en español se han perdido.

1:17 p. m.  
Blogger Iñaki said...

No, no lo he visto.
Un resumencillo o un enlace vendrían bien.

1:20 p. m.  
Blogger Iñaki said...

contaminar. (Del lat. contamināre).
1. tr. Alterar nocivamente la pureza o las condiciones normales de una cosa o un medio por agentes químicos o físicos.

Supongo que referido a este tema, lo único en lo que podrás disentir es en el adjetivo nocivo.

Pero nocivo es:
1. adj. Dañoso, pernicioso, perjudicial.

Y a mi entender la alteración que hacemos es perjudicial para la sociedad. No hay ningún beneficio, eso seguro.

1:30 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home