Una de las historias que me quedaba por contar es de un viaje de trabajo a la Universidad de New Hampshire en Durham. Fue hace un par de semanas y el viaje coincidió con una semana de tormentas de verano muy típicas por estos lares en los meses estivales. Salíamos del aeropuerto Ronald Reagan con destino a Manchester (NH) y llovía a cántaros (
cats and dogs como dicen por aquí). Subí al avión pensando que tocaban turbulencias seguro. En realidad, el viaje no acabó siendo tan malo, aunque sí que nos llevamos un buen susto cuando sólo llevábamos veinte minutos en el aire. Yo tenía asiento de ventana, con vistas al este, el mar en teoría, aunque entre tanta nube poco se podía ver. Eso sí, había visibilidad suficiente para distinguir la ruidosa descarga eléctrica del rayo que casi impacta con el avión. Prometo que pareció pasar muy muy cerca del ala derecha, cosa que nos confirmó el piloto al llegar. Oí a alguien por detrás preguntar:
¿qué $! ha sido eso? - y yo pensando:
si tú supieras... Después lo típico, un poco de incertidumbre, pero nada, el avión se elevó y sobrevolamos la tormenta.
Nunca me había planteado la posibilidad de que el avión fuera alcanzado por un rayo, pero si uno lo piensa un poco, siendo metálicos como son, y por tanto conductores de la electricidad, lo lógico es que en una tormenta una descarga eléctrica pase por ellos. ¿Cuál es entonces el riesgo? ¿Están los aviones preparados? Pues resulta que sí, que si están preparados y el riesgo es mínimo. Voy a tomar prestados los argumentos de varias fuentes, entre ellas la más completa y en inglés es de un
artículo en Scientific American. El hecho de que el avión sea metálico no supone un problema y de hecho es una ventaja. Un avión es lo que se llama una
jaula de Faraday: un conductor metálico que al ser hueco reparte su carga por la superficie y, por tanto, sólo es conductor en ella. En otras palabras, sólo la parte exterior del avión conduce la corriente eléctrica del rayo, el interior no se entera. De todas formas, los componentes informáticos, depósito de combustible y demás partes sensibles del avión están especialmente protegidas y preparadas para que no haya ningún problema. Algunas duplicadas por si una falla. Así que, que nadie se preocupe que estamos en buenas manos y nuestros ingenieros han pensado en todo. Además, y, por más seguridad, los pilotos por norma suelen evitar las tormentas eléctricas.
No puedo acabar esta historia sin poner una foto que la vista un poco. Pensaba que iba ser complicado encontrar alguna que le hiciera justicia, pero estaba equivocado. De hecho, probablemente sea justo lo contrario. Estoy convencido de que la mayoría os habréis saltado el texto directamente para ver este video tan espectacular, sacado, por cierto, de la
página del servicio meteorológico de la
National Oceanic and Atmostpheric Administration (NOAA) americana. Tal y como se espera de la explicación de arriba, el impacto es en uno de los extremos, la corriente circula por el exterior y sale por otro extremo. Y el avión inmutable.